Los primeros años en la vida de un niño dejan huellas para siempre. Un estudio del Centro del Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard indica que el 85 % del cerebro humano se desarrolla en los primeros 5 años de vida de una persona.
Diversas investigaciones han demostrado que una educación inicial de calidad contribuye a cerrar brechas entre personas que nacieron en contextos socioeconómicos más favorables y quienes no tuvieron este beneficio. En este sentido, Naciones Unidas ha establecido en el inciso dos del cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible la importancia de velar por que todas las niñas y todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia, y a una enseñanza preescolar de calidad.
“Todos los niños y las niñas tienen el derecho a recibir una educación de calidad, por ello, desde nuestra ONG Transforma buscamos que las instituciones educativas desarrollen capacidades para mejorar la calidad de su propio ambiente educativo, prácticas docentes, gestión de recursos, y condiciones de salud y seguridad con el fin de que estos espacios sean ambientes retadores que respeten a los niños y las niñas, y los conviertan en constructores de su propio conocimiento”, comentó Fiorella de Ferrari, cofundadora de Transforma.
Una educación inicial de calidad puede establecer las bases para fortalecer el desarrollo cognitivo, socioemocional y psicomotriz; y por lo tanto, contribuir a que la persona logre su máximo potencial. En este sentido, la red Transforma recomienda reforzar acciones que promuevan principalmente las siguientes habilidades blandas en la primera infancia:
En un mundo cada vez más cambiante, donde el 75 % de las profesiones del futuro aún no existen o se están creando, es importante enfocarnos en brindar a nuestros niños y niñas las habilidades que les permitan ser felices y crecer con las herramientas que les serán de utilidad en el futuro.